Pensiones: La bomba fiscal
Pensiones: La bomba fiscal
La reciente victoria del derechista José Antonio Kast en Chile (cuya toma de posesión será en marzo de 2026) ha actuado como el punto de inflexión que inclina la balanza ideológica en la región.
El mapa de los 33 países de América Latina y el Caribe muestra una preeminencia conservadora con 13 gobiernos de derecha o centroderecha frente a 8 de izquierda. Esta tendencia podría consolidarse o revertirse con las cruciales elecciones presidenciales que se avecinan en 2026 en países clave como Colombia, Brasil, Costa Rica, Perú, y en 2027 en Argentina.
Este despertar conservador no es una casualidad ideológica; es la consecuencia directa de los fracasos de la izquierda en el poder, sumada a una redefinición total de la política exterior estadounidense, liderada por figuras como Donald Trump, cuyo mandato se extenderá hasta enero de 2029.
En los países donde la izquierda ha perdido el poder, el análisis revela cinco fallas estructurales coincidentes que capitalizó la derecha:
1.- Los gobiernos de izquierda no solo generaron una desilusión económica marcada por la inflación galopante, sino que vieron cómo su promesa de resolver el crimen a través de la justicia social y la eliminación de la pobreza se estrelló contra la urgencia del presente. La seguridad se deterioró mientras se buscaban soluciones lentas e ineficaces.
2.- El miedo ciudadano a la violencia y el caos económico fue capitalizado por la derecha con un discurso pragmático de "Ley y Orden" que promete acción inmediata, aunque sea a costa de los derechos humanos o el debate ideológico. Gobiernos de mano dura es lo que piden los ciudadanos.
3.- La izquierda carece de un país modelo donde el progresismo sea sinónimo de éxito económico y democracia funcional. En cambio, carga con el lastre de ejemplos colapsados, autocráticos y gobiernos fallidos como Cuba, Venezuela y Nicaragua, lo que le resta autoridad moral y argumentos sólidos para vender su proyecto.
4.- Más allá de la lentitud en las soluciones, el factor de fracaso más corrosivo fue la irresponsabilidad fiscal y la corrupción. La ineficiencia gubernamental, las "ocurrencias" y las obras insignia con sobrecostos agravaron el déficit y minaron la confianza ciudadana. Queriendo trascender los tiempos con grandes construcciones terminaron cavando su fosa de credibilidad.
5.- El error económico más grave fue transformar ingresos extraordinarios (vía materias primas) en gastos sociales fijos y permanentes. El compromiso de las populares pensiones universales (cuyo costo crece exponencialmente con el envejecimiento poblacional) se volvió insostenible. Al agotarse el ciclo económico, los gobiernos recurrieron al endeudamiento y la emisión monetaria, desatando la inflación y la crisis que fue el detonante final de su debacle.
La problemática para México reside en que esta nueva realidad global choca frontalmente con su estrategia histórica, generando una peligrosa encrucijada marcada por cinco criterios definidos:
a).- Durante décadas de Guerra Fría, EU toleró que México mantuviera una política de "No Intervención" incluso pro izquierdista a cambio de garantizar la estabilidad en su frontera sur y actuar como "Socio Silencioso" y mediador. Ese rol ya no es necesario. Trump prefiere el control directo de los hilos y la injerencia abierta a la sutileza diplomática.
b).- El nuevo modelo de política exterior estadounidense ya no es ideológico, sino transaccional y georreferenciado. Sus prioridades son: el combate a las drogas (fentanilo), la migración (vista como una amenaza a la seguridad interna) y, de forma oportunista, el combate a la izquierda (impulsada por rivales estratégicos como Rusia y China), todo bajo el contexto de "America First".
c).- México ha perdido su autoridad moral. Al aplicar la "No Intervención" para proteger a gobiernos autoritarios (como Venezuela y Cuba), se autoexcluye de la mesa de diálogo de los países derechistas que ahora son mayoría en Latam.
d).- El pragmatismo de Washington ya no respeta las viejas doctrinas. La presión se aplica directamente a través del T-MEC y la seguridad fronteriza, limitando drásticamente el margen de maniobra de la política exterior mexicana y obligándola a subordinar las decisiones internas a los intereses estadunidenses.
e).- Al ser más los presidentes ideológicamente hostiles, México corre el riesgo de un mayor aislamiento diplomático, traduciéndose en una dependencia aún más profunda de EU. Washington exige posiciones políticas claras, más allá de lealtades ideológicas, pues actuará con la nomenclatura trumpista de considerar "enemigos" a aquellos países que no se alineen a sus prioridades. México ya no es tomado en cuenta como intermediario y debe elegir su bando.
El futuro de México en este vaivén es incierto. La supervivencia de su proyecto progresista dependerá menos de su discurso y más de su capacidad para demostrar una solidez fiscal que no repita los errores de sus pares ideológicos fallidos y una autonomía diplomática que logre negociar con un continente cada vez más polarizado.
La era del “socio silencioso” terminó. México debe elegir: o se alinea al pragmatismo económico de la derecha continental para garantizar la prosperidad, o su lealtad ideológica lo sentenciará al aislamiento, codependencia del norte y una vigilancia constante más allá de la soberanía que tanto defiende Sheinbaum.
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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