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AMLO y la  bacha de un cigarro de mota

2019-10-24 | Armando Vásquez A. | Sección: Principal

¿CÓMO SE DESTRUYE una organización, del tamaño que sea, desde una familiar hasta un país?

La respuesta es sencilla y compleja a la vez: comunicación.

Hay quienes opinan lo contrario, que establecen el estilo de liderazgo, en primer término, luego la capacidad de control y claro está, la capacidad de regeneración de dicha organización para seguir subsistiendo como tal.

Insisto, es la comunicación.

Y no nada más lo que dicen los libros de texto de la existencia de un emisor, mensaje y receptor y sus características. No. No hablamos de eso, sino de los estados de la comunicación que se mide en tiempos, escenarios que le rodean, visualización en corto, mediano y largo plazo, así como lo que pudiéramos llamar afectación geo localizable y sus consecuencias en un primer plano, el actual, un segundo plano –que tiene un período de vida diferente al primero—y uno tercero que suele ser extra generacional.

Veamos esto en la familia y lo puede transmutar lector a cualquier tipo de organización, insisto, hasta un país.

Siempre habrá problemas pues somos seres humanos y la proporción, tamaño o gravedad de los mismos se la da en un marco de referencia impuesto por quienes los viven y cuyas características están compuestos por la cultura, educación, origen, genética, lugar donde se vive, raíces biológicas, capacidad de entendimiento y sobre todo empatía en los círculos donde se convive.

Un problema familiar:

Papá, mamá, hijo mayor de edad, hija menor de edad.

La mamá encontró en el baño de uso común de la casa una colilla de un cigarrillo de mariguana.

La primera pregunta: ¿Quién fue? Porque obviamente deberá haber un castigo por algo que está prohibido como ese hecho. Y nada más hay cuatro integrantes que conviven en esa casa.

¿Problema grande?, ¿problema chico?, ¿y si se enteran los vecinos u otros familiares?, qué vergüenza. Surge la investigación y nadie fue. Como siempre ocurre. El planteamiento del problema va cambiando conforme pasa el tiempo, ya no es quién fue, sino si se permite el consumo de la droga enredado con pensamientos religiosos, sicológicos, de llevar un orden en la casa, del análisis de quienes alrededor de la familia, amigos o cercanos, fuman mariguana como un factor de influencia para encontrar una correlación.

Y el hilo sigue.

Al paso del tiempo se imponen nuevo orden –o leyes en el caso de un país--, como medida para que no vuelva a surgir esa situación que no se solucionó pero se supone que con las nuevas reglas impuestas no volverá a pasar.

Pero el hecho y su recuerdo persistirá toda la vida y se guardará como un secreto de familia pues el tema no se tratará con los externos, pero saben los integrantes de la familia que allí quedará ese detalle.

Lo curioso es que si cada uno de los integrantes admite que fue el responsable, los análisis varían y cambian las imágenes, los escenarios presentes y futuros, las consecuencias son distintas, así como las nuevas reglas que regirán a esa familia. Usted puede imaginarse todas las consecuencias, ¿se imagina que fuera la mamá, o el papá?, lo más lógico habla del hijo mayor y lo inconcebible, la hija menor. Pero todos los casos merecen un estudio por separado ¿y la solución?, depende de lo que se busque.

Y en esa búsqueda entran desde el qué dirán hasta un futuro en el cual no se vea perjudicada la familia en el trabajo de su padre, la relación con los amigos de los hijos, las amigas de la mamá, la sobreprotección del chamaco que entró a la universidad y un largo etcétera.

Ahora bien y en materia de comunicación: ¿y si se entera la familia externa, los vecinos, la ciudad, el Estado, país o el mundo, verdad que cambiaría radicalmente la posición, dirección, la forma de ser de la familia?

Falta y que la bacha de mota la haya dejado un vecino. Entonces entran otra serie de acepciones. Pero si ya la familia fue juzgada, etiquetada y condenada, ¿cómo lavar su imagen? Y claro, aquí entran las estrategias de corto, mediano y largo alcance y debe haber un presupuesto para ello y una claridad facta: ¿vale la pena?

Eso sí. Cuando la imagen de la familia no importa, se deja pasar el tiempo a la espera de que las afectaciones no influyan las afectos al interior –lo cual rara vez ocurre al no enfrentarse en tiempo y forma el problema--, y se queda como secreto familiar, como dijimos en su momento. Pero ¿cuáles serán las consecuencias futuras?... hay un amplio panorama al respecto que usted puede dilucidar.

Veamos esto mismo a nivel país.

Un papá que es AMLO con ocho hijos, pues queda claro que México está constituido a su vez por ocho méxicos muy diferentes entre sí. Pero ¿quiere hijos irrespetuosos?, ¿qué clase de familia espera tener si no pone orden?,¿le preocupa el qué dirán con las afectaciones externas?, ¿espera que su familia, que es el país, le vaya mejor?

Y regresamos al tema inicial, la comunicación es la que determina la muerte de una organización.

AMLO está a la espera de guardarlo con el tiempo como secreto de familia lo ocurrido en Culiacán pensando que el tiempo hará que se olvide. Pero se queda ahí para futuras generaciones y no solo eso, su familia (el país) al saber que fue el causante de la colilla del cigarro de mota le conllevará desde nuevas actitudes de sus hijos hasta imágenes sobre su paternidad que no le permitirán limitar una debacle imaginable al no haber dejada clara su comunicación con su actitud que deberían ser complementarias.

A menos, claro, que esté gobernando para sus nietos y buscando una aceptación futura. Pero en vía de mientras, en el escenario presente y de corto plazo, ya dejó un puntito que justifica cualquier aberración que cometa la familia.

Usted que es padre de familia, ¿se imagina en qué irá a terminar su hija menor?

EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.

Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 30 años de experiencia en medios escritos y de Internet, cuenta con posgrado en Administración Pública y Privada.

Correo electrónico: archivoconfidencial@hotmail.com

Twitter: @Archivoconfiden

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