Un rompecabezas endiablado
ESTA JORNADA ELECTORAL pasará a la historia como un rompecabezas endiablado. Los funcionarios de casilla, con la paciencia de un santo, clasificaron boletas y armaron paquetes electorales para enviarlos a las sedes distritales, pero no contaron los votos luego de concluir las votaciones y en consecuencia en una mayoría de casillas no colgaron las famosas “sábanas” con resultados a la vista de todos.
Imagínense el caos: 881 cargos federales en juego, desde 9 ministros de la Suprema Corte hasta 386 jueces de distrito, y en 19 estados, hasta 1,800 cargos locales. En algunos lugares, los votantes enfrentaron seis boletas; en otros, hasta diez u once. Tan enredado estaba el asunto que hasta Claudia Sheinbaum tardó 12 minutos en votar en la Ciudad de México, y AMLO, con sus 8 minutos en Tabasco, no se quedó atrás.
El conteo de votos, tanto federales como locales, promete ser una odisea que se extenderá hasta el 12 de junio, con revisiones manuales de actas y recuentos si se detectan irregularidades, todo bajo las reglas de la Ley General de Instituciones y Procedimientos Electorales. Para el 15 de junio, el Consejo General del INE sumará los resultados de los 60 distritos judiciales electorales, publicará los números oficiales y entregará constancias de mayoría. Ahí mismo, declararán si el proceso fue legal, transparente y digno de confianza.
Luego vendrán las impugnaciones ante el Tribunal Electoral, un camino que puede alargarse semanas, dependiendo de qué tan graves sean los pleitos. Solo entonces, antes del 1 de septiembre, los ganadores podrán sentarse en sus nuevos puestos.
La instalación de las 84 mil casillas fue un proceso a trompicones. A las 08:40, apenas el 20.7% (17,429 casillas) estaban listas; a las 09:10, subimos al 41.7% (35,043). En la Ciudad de México, el IECM presumió que todas sus 6,134 casillas estuvieron operando a las 10:51, (casi tres horas después) aunque con 40 incidentes menores, como mover nueve casillas o armar mesas con ciudadanos de la fila.
Pero la verdad es que la gente no acudió en masa. Muchas casillas parecían pueblos fantasmas, con filas vacías y un desánimo que se sentía en el aire. Analistas hablan de un “voto ciego”, porque, ¿quién puede conocer a los más de siete mil 700 candidatos para dos mil 600 cargos? La confusión reinó, y la desconfianza en el sistema electoral, junto con el desconocimiento de los aspirantes, llevó a una abstención que, según algunos, superó el 85%.
No faltaron las protestas. Asociaciones como SomosMX salieron a las calles en cuatro estados y en el Ángel de la Independencia se escucharon gritos contra un proceso que muchos veían como un experimento fallido. Hubo tragedias también: en Poza Rica, Veracruz, Raymunda Hernández García, de 78 años, sufrió un paro cardiaco mientras esperaba votar en la casilla 3188. En Saltillo, Coahuila, otro viejito cayó de una escalera camino a la casilla.
Y claro, no podían faltar las trampas: en Sinaloa, circularon boletas llenadas de antemano, como si alguien ya hubiera decidido el resultado, en Chiapas, se robaron 25 paquetes electorales con 138 mil 774 boletas antes de iniciar la elección en municipios como Jiquipilas, Copainalá y San Cristóbal de las Casas, lo que llevó a la cancelación de 16 casillas.
En Campeche, la Guardia Nacional tuvo que intervenir en Tinún, Tenabo, para sacar a un sujeto que repartía “acordeones” con números de candidatos, una clara tentativa de comprar voluntades. En Oaxaca, 17 casillas tuvieron que mudarse porque la CNTE cerró escuelas, aunque al final se improvisaron sedes alternas. El INE contó 1,770 incidentes en todo el país, y el 28% tuvieron que ver con interrupciones al voto, cambios de casillas o propaganda fuera de lugar.
La violencia, como era de esperarse, marcó la jornada en varios puntos. En Puebla, Durango y sobre todo en Veracruz donde 500 candidatos renunciaron antes de la elección por amenazas de los narcos, la cosa se puso fea. En Veracruz, una candidata y equipos de campaña en Atzacan, Tuxpan y Tlajocalpan fueron baleados, mientras grupos armados se paseaban orondos por las calles. El robo de boletas, como en Tlalnelhuayocan o la casilla 1768 en Puebla, donde desaparecieron 500 boletas, apesta a maniobras del crimen organizado.
Y no solo ahí: Michoacán, Chiapas, Jalisco, Zacatecas, Oaxaca y Chihuahua también sintieron la sombra de los cárteles, con robos, intimidaciones y candidaturas que levantan sospechas.
Pero lo que realmente dejó boquiabiertos a muchos fue la presencia de militares dentro del Consejo General del INE, sin que nadie los invitara ni avisara a los consejeros. Jaime Rivera, consejero del INE, lo calificó de “inédito”, y no es para menos. Tener soldados en un órgano electoral autónomo huele a intromisión, a una sombra que pone en duda la independencia del proceso. Aunque no hicieron nada que detuviera el conteo, el solo hecho de estar ahí disparó las alarmas sobre la transparencia.
Al final, la jornada fue más tranquila de lo que pudo haber sido, pero no porque todo saliera bien, sino porque casi nadie fue a votar. Si la autoridad dice cuántos votaron, quítenle un 85% para acercarse a la verdad. Este experimento de elecciones judiciales dejó más preguntas que respuestas: ¿cómo confiar en un proceso donde el crimen organizado mete la mano, las casillas se mueven a última hora y los militares aparecen sin invitación?
EN FIN, por hoy es todo, mañana le seguimos si Dios quiere.
Armando Vásquez Alegría es periodista con más de 35 años de experiencia en medios escritos y de internet, cuenta licenciatura en Administración de Empresas, Maestría en Competitividad Organizacional y Doctorando en Administración Pública. Es director de Editorial J. Castillo, S.A. de C.V. y de “CEO”, Consultoría Especializada en Organizaciones…
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